lunes, 13 de septiembre de 2021

Mira de reojo para conocer en la bruma (o por qué combinar la imaginación con las matemáticas)

A mediados del siglo XX, la psicoanalista suiza Marie-Louise von Franz (1915-1998) dictó una serie de conferencias en el Instituto Jung de Zurich sobre el papel de los números en la adivinación, a través de métodos numéricos como el I Ching.  Estas conferencias están recogidas en Sincronicidad y adivinación (Paidós, 1999), y sorprendentemente ayudan a comprender algunos de los conceptos matemáticos del siglo pasado.

Franz habla de un componente no cuantitativo sino cualitativo de los números (“en el pasado la gente decía que la imagen de dios era uno, la diosa madre era el dos…”), esto es, un nivel semántico en los números susceptible de concordar con cualidades del presente, el pasado o el futuro. De esta forma, los números podrían ser un reflejo parlante de lo acontecido o de lo que acontecerá.

Es otras palabras, Franz habla de un contenido semántico en la realidad del que los números nos hablan (todo parece muy metafórico cuando relaciona los hexagramas del I Ching con las “matrices” del álgebra).

Al mismo tiempo, como buena pensadora no lineal y por tanto altamente recomendable, más adelante abandona los números para decirnos que, para ver bien los contenidos semánticos de la realidad, a veces es mejor mirar de reojo.

¿Es que contar y mirar de soslayo no son formas incompatibles de aproximación a la realidad para su conocimiento? Quizá haya una respuesta a cientos o miles de años luz de nosotros.

Hace poco, bajo el cielo estrellado del Torcal de Antequera, en Málaga, asistí a una actividad de astroturnismo organizada por el equipo del Observatorio, que se levanta entre rocas antaño sumergidas bajo el océano. Tienen formas insólitas, pues fueron conformadas por capas y capas de seres marinos petrificados.

El espectáculo estelar era grandioso: se veían la Vía Láctea, el Carro, Arturo y Vega. La Cruz del Norte, Casiopea, la Tetera y el Triángulo. Al oeste había algo más: una pequeña constelación que apenas brillaba. El astrónomo que guiaba la actividad nos dio la pauta para determinar su forma: mirad de reojo para verla bien.

Según Franz, mirar de reojo supone desconectar la mente consciente para que la información que habita en el inconsciente emerja a nuestra conciencia. Para los astrónomos, cuya ciencia en gran medida está basada en el conteo, ese tipo de mirada permite conformar constelaciones a partir de información lumínica indirecta.

Por tanto, en ambos casos parece que, si se pretende un acercamiento más veraz al objeto de conocimiento, las matemáticas y la imaginación deberían ir de la mano. ¿Será que adivinar y conocer no distan tanto? El hexagrama 19 del I Ching nos ofrece una respuesta interesante: la aproximación como unión de la tierra y la bruma.

Notas sobre los minerales a medida que avanzo en "Naturaleza de la luz" (Eolas, 2023)

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