sábado, 30 de mayo de 2020

El deseo en la Teoría de cuerdas


"Hay geometría en la vibración de las cuerdas",
Pitágoras

En El universo elegante, Brian  Green se cuestiona qué principio podría englobar una Teoría del todo, una teoría que explique el Universo a todos los niveles, tanto el inmenso como el minúsculo.
Inciso: para entender la pregunta de Green debemos tener en cuenta que aún no comprendemos bien por qué el comportamiento de la materia a escala cuántica difiere tanto del funcionamiento del universo a gran escala. Simplificando mucho, por el infinito minúsculo aún se nos escapan, en parte, las partículas subatómicas y su funcionamiento (por el gran infinito también se nos escapan cosas, por ejemplo, qué es la materia oscura, invisible pero inferida a partir de sus efectos gravitacionales; pero esa es otra historia).
Por otro lado, en su libro Green nos explica (de manera excepcional, por cierto) la Teoría de cuerdas, que es una de las candidatas a Teoría del todo (en realidad un laberinto que crece por doquier cuanto más a fondo se desarrolla, pero, ¡qué hermosa la realidad como laberinto!)
Destaco una de los conceptos de esta Teoría: en el interior de cada partícula subatómica de la materia habría una cuerda que vibra.
Y aquí viene lo más fascinante: ese estado vibracional de la cuerda ES la partícula. En otras palabras: cada vibración de cada cuerda sería una geometría (la “forma” de la partícula concreta que la cuerda es). 
De manera completamente imaginativa, añadiría que cada vibración podría ser también el “deseo” de ser algo; en este caso una partícula concreta.
Y ahora me pregunto, ¿acaso no debería tenerse en cuenta ese “deseo” a la hora de desarrollar una Teoría del todo, por supuesto junto con las otra cuatro fuerzas fundamentales (electromagnética, nuclear débil y fuerte; la gravitatoria)?
Pensémoslo un poco antes de negar con la cabeza y volver al mito del universo mecánico: a nivel subatómico, ese deseo podría explicar muy bien, por ejemplo, el amor doble del hidrógeno por el oxígeno o la pulsión que construye el ADN. A nivel cósmico, parece haber un gran deseo en procesos como la acreción; que hace posible la formación de planetas alrededor de las estrellas.
Y, tal vez, en la confluencia del deseo minúsculo y del deseo mayor esté la clave de la vida;  una vibración sobre otra vibración, y otra, y otra; todas ellas maravillosamente orquestadas (teleonomía lo llamó Monod, muy prudentemente).
Aunque también es posible que el Universo sea un secreto indescifrable, sin Teoría del todo. Y que nuestra especie, atravesada por lo inmenso y lo minúsculo y siempre deseosa de saber, tenga que seguir adelante casi ciega. 




jueves, 28 de mayo de 2020

Sobre Faraday, Pockett y la imaginación electromagnética


El físico inglés Michael Faraday (Reino Unido, 1791-1867) tuvo una imaginación asombrosa. Según cuentan, descubrió las líneas de campo observándolas en su cabeza; imaginándolas a partir del efecto de los imanes sobre algunas limaduras de hierro desperdigadas por su laboratorio.
Tal vez Faraday descubriera así el concepto de campo electromagnético, con el ojo de la imaginación; ese tan menospreciado hoy día según Gary Lachman (y otros, lo menciono a él porque estoy leyendo El conocimiento perdido de la imaginación en la edición de Atalanta).
La de Faraday es una interesante relación entre mente y electromagnetismo, al igual que lo es (o a mí me lo parece, por lo menos a nivel narrativo) la que establece la “teoría electromagnética de la conciencia”.
Esta hipótesis (creada por la neuróloga de la Universidad de Auckland, Susan Pockett) explica la conciencia como fenómeno electromagnético: no es que la conciencia sea generada por los patrones electromagnéticos del cerebro, sino que es esos patrones electromagnéticos [véase el libro de Pockett, The Nature of Consciousness (2000) o el artículo publicado por Pockett y colaboradores en el Journal of Consciousness Studies en 2012. No sé si existe alguna referencia posterior].  

¿Podría deducirse, a partir de lo que dice Pockett, que la conciencia también surgiría de patrones electromagnéticos ajenos al cerebro? ¿Es que la conciencia puede  aparecer en cualquier parte en que haya elementos que se atraen y conjugan como materiales magnéticos? O, ¿vive nuestro cerebro conjugándose, a través de todos esos patrones, con la conciencia del mundo?
Son preguntas que formula mi imaginación ante la visión de Faraday y la propuesta de Pockett. Ellos me han hecho imaginar las líneas de campo de mis pensamientos atrayendo a hechos y personas, como si fueran limaduras de hierro. También que la electricidad de las tormentas despierta mi lucidez; o que el campo magnético de la Tierra guía mi pensamiento mientras camino por esta superficie. 

miércoles, 27 de mayo de 2020

"La cebra se invierte en la eternidad"

Colobura dirce o mariposa Cebra del yarumo habita en América Central y el norte de América del Sur, en bosques caducifolios y perennifolios. Se posa en los troncos de los árboles con la cabeza hacia abajo, a una altura de aproximadamente dos metros, para absorber la savia y la humedad de las grietas de las cortezas.
Cuando se acerca algún extraño, estas mariposas intentan evadirlo moviéndose hacia el lado opuesto del árbol, hasta volver a su posición original. Esto hace que haya que correr en círculos detrás de ellas para poder verlas. La longitud de sus alas delanteras es de unos 33 milímetros. En su posición ventral, Colobura dirce es blanca con rayas negras, de ahí su denominación popular. Presenta un círculo azul en el extremo o ápice inferior de las alas. 
Más información sobre las mariposas de mi libro Tratado de las mariposas (Ediciones Tigres de Papel, 2018) en este blog.

Sobre la fascia y el conocimiento


Y observando y observando llegué a la fascia, que me ha inspirado una teoría del conocimiento que me está resultando muy útil para mis investigaciones científico-surrealistas (la he denominado "teoría del conocimiento fascial"). Razones para esta inspiración (fuente, entre otras, Terapia miofasciales: inducción miofascial. Aspectos teóricos y aplicaciones clínicas, de Andrzej Pilat):
-La fascia es una estructura de tejido conectivo que se extiende por todo el cuerpo: conocimiento integrador.
-Posee apariencia membranosa y conecta y envuelve todas las estructuras corporales: conocimiento empírico que supone siempre una aproximación amorosa al objeto cognoscible.
-Da soporte, protección y forma al organismo. Constituye el material de envoltorio y aislamiento de las estructuras profundas del cuerpo: conocimiento maravillosamente útil.
-Este sistema de fascias está caracterizado por una gran capacidad de deslizamiento y desplazamiento. Las fascias hacen posible los pequeños movimientos fisiológicos, como el latido del corazón y también movimientos más visibles como la expansión de los pulmones al respirar: conocimiento flexible y atento a la emoción (los sentimientos son precisos para la homeostasis o adaptación orgánica continua al medio, defiende el neurólogo Antonio Damasio); por tanto, conocimiento altamente adaptable.
-Bajo el tejido subcutáneo, también llamado fascia superficial, se encuentra la fascia profunda. La fascia profunda es una capa de tejido conectivo denso y organizado: conocimiento significativo y, por tanto, creativo.
-Por último, me parece que la fascia es una en todo: conocimiento holográfico; multidisciplinar, sistémico.

Prigogine, Mandelbrot y las hojas del roble


Últimamente, una de las cosas que más me interpela es la forma de las hojas de los árboles: ¿por qué hacia ahí, por qué hacia esa geometría? ¿Es un propósito? Pero, ¿hay propósito en la materia?

¿Cuál es el filo entre lo inerte y lo vivo, dado que: lo inerte también se organiza con la misma finalidad que lo vivo; cierta perpetuación (véase, por ejemplo, la acreción hasta planetas, los cristales, la condensación; esas estructuras disipativas descubiertas por Prigogine o los fractales de Mandelbrot, que parecen estar por todas partes)?
No tengo respuesta, o mi respuesta es mirar. Ahora la hoja del roble, en celta duir, que en inglés da lugar a door, que significa "puerta". Aquí una puerta labiada y tersa que me hace pensar en la importancia de la cooperación entre fuerza y ternura para la perdurabilidad de las formas organizadas.
Imagen de Otto Wilhelm Thomé (Flora von Deutschland, Österreich und der Schweiz, 1885).




Lynn Margulis y los árboles invisibles


Según escribe la bióloga Lynn Margulis en su libro "Planeta simbiótico" (que os recomiendo para entender que la codependencia biológica es lo que nos hace "ser"; y además porque Margulis inicia cada capítulo de dicho libro con un poema de Emily Dickinson -las dos eran de Amherst): “Los animales y las plantas son mucho más parecidos entre sí que a todo el resto de tipos de vida terrestre”.
Estoy de acuerdo, especialmente porque a medida que investigo algunos árboles, cada vez hallo más similitudes entre árboles y humanos. Y en esta investigación tan hermosa, me he encontrado un blog que es una joya, y que también me gustaría recomendaros: "Los árboles invisibles", de la bióloga Rosa Cintas y el ecólogo Teo Marañón.
En la entrada del enlace, como veréis, se habla del Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido) y de sus árboles. Un templo natural al que me encantaría peregrinar alguna vez en la vida, como proponen los autores del blog.


Notas sobre los minerales a medida que avanzo en "Naturaleza de la luz" (Eolas, 2023)

1. La vida parece devenir del hábito de los minerales, de su conocimiento organizativo. Un continuo en ese primer propósito parece hacer e...