El físico inglés Michael Faraday (Reino
Unido, 1791-1867) tuvo una imaginación asombrosa. Según cuentan, descubrió
las líneas de campo observándolas en su cabeza; imaginándolas a partir del
efecto de los imanes sobre algunas limaduras de hierro desperdigadas por su
laboratorio.
Tal vez Faraday descubriera así el concepto
de campo electromagnético, con el ojo de la imaginación; ese tan menospreciado hoy
día según Gary Lachman (y otros, lo menciono a él porque estoy leyendo El conocimiento perdido de la imaginación
en la edición de Atalanta).
La de Faraday es una interesante relación entre mente y electromagnetismo, al igual que
lo es (o a mí me lo parece, por lo menos a nivel narrativo) la que
establece la “teoría electromagnética de la conciencia”.
Esta hipótesis (creada por la neuróloga de la Universidad
de Auckland, Susan Pockett) explica la conciencia como fenómeno
electromagnético: no es que la conciencia sea generada por los patrones
electromagnéticos del cerebro, sino que es esos patrones electromagnéticos [véase el libro de Pockett, The Nature of Consciousness (2000) o el artículo publicado
por Pockett y colaboradores en el Journal of Consciousness Studies en 2012. No sé si existe alguna
referencia posterior].
¿Podría deducirse, a partir de lo que dice Pockett, que la conciencia también surgiría de patrones electromagnéticos ajenos al cerebro? ¿Es que la conciencia puede aparecer en cualquier parte en que haya elementos que se atraen y conjugan como materiales magnéticos? O, ¿vive nuestro cerebro conjugándose, a través de todos esos patrones, con la conciencia del mundo?
Son preguntas que formula mi imaginación ante la visión de Faraday y la propuesta de Pockett. Ellos me han hecho imaginar las líneas de campo de mis pensamientos atrayendo a hechos y personas, como si fueran limaduras de hierro. También que la electricidad de las tormentas despierta mi lucidez; o que el
campo magnético de la Tierra guía mi pensamiento mientras camino por esta
superficie.
¿Podría deducirse, a partir de lo que dice Pockett, que la conciencia también surgiría de patrones electromagnéticos ajenos al cerebro? ¿Es que la conciencia puede aparecer en cualquier parte en que haya elementos que se atraen y conjugan como materiales magnéticos? O, ¿vive nuestro cerebro conjugándose, a través de todos esos patrones, con la conciencia del mundo?
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